Friday, February 20, 2015

Carta abierta a José Hernández

Estimado José,

No pretendo responder por Alberto Acosta; pero, como la carta que le diriges es pública y que manifiestas tu intención de generar un debate, me siento en la libertad de expresar mi opinión al respecto.

Rafael Correa no es un producto de Alberto Acosta, como tú planteas. A pesar de que tengo mis reservas acerca de que una persona pueda ser considerada un producto, entiendo el sentido de tu propuesta y bajo esa misma perspectiva quisiera responderte con miras a continuar con este debate que agradezco hayas iniciado.

Al igual que Alberto y que la mayoría de ecuatorianos en su momento, confié en Correa y le brindé mi apoyo, no solo con el voto, también motivé a las personas en mi entorno personal para que confíen en él; y, busqué con ahínco participar en lo que yo consideraba un proceso político de cambio positivo para el país. Luego de muchos intentos, logré una entrevista para trabajar en el gobierno y lo hice durante 4 años convencido de que estaba aportando a un proceso honesto y revolucionario. Conocí a mucha gente en esos 4 años, algunos siguen en el gobierno y otros no. Había de todo, gente honesta y comprometida tanto como gente deshonesta e interesada, como en todas partes.

Lo que quiero decirte es que el gobierno y el Presidente son un reflejo de la sociedad en la que se desenvuelven. Por lo tanto, son un producto de todos nosotros, incluyéndote a ti y a mi en mayor o menor medida. 

¿Quiénes son más o menos responsables del producto que hemos generado como sociedad? Es una buena pregunta. Quizás tú pienses que Alberto Acosta es más responsable que tú porque él lo apoyó visiblemente a pesar de las advertencias que personas más perspicaces le hicieran. No sé. A mi me parece que Alberto se jugó por un proyecto que él consideraba honesto y que valía el riesgo. Se equivocó y ahora lo reconoce y da la cara, no como otros que prefirieron siempre y prefieren aún mantener su distancia de la política y criticar a todo aquel que osa tomar el riesgo de participar.

Entre estos últimos, hay quienes han usufructuado de la sociedad ecuatoriana para enriquecerse en silencio, quienes financian políticos de todas las líneas ideológicas y de variados y contradictorios discursos. Son ellos, a mi parecer, quienes más responsabilidad tienen de que la coherencia esté tan ausente y el engaño tan presente en la política. Es a ellos a quienes deberías dirigir tus sabias palabras de reclamo, si tu objetivo es generar un verdadero cambio.

Estos grupos que han ostentado el poder político y económico desde las penumbras son quienes ahora están riendo a carcajadas mientras las fichas que ellos han puesto en el tablero se pelean entre ellas por discrepancias ideológicas o políticas. 

No sé si Rafael Correa sea de izquierda o de derecha. Sinceramente, me parecen categorías obsoletas e incapaces de definir a una persona. En última instancia, son las acciones de las personas las que pueden entenderse dentro de esas categorías y una misma persona puede y suele actuar en favor de sus intereses individuales y colectivos dependiendo de las circunstancias y aquí es en donde estoy más de acuerdo contigo.

Las circunstancias determinan las acciones de las personas. Alberto Acosta apoyó a Rafael Correa cuando las circunstancias lo ameritaban y ahora se opone a su gobierno porque estas han cambiado. De igual manera, Rafael Correa ha tomado decisiones de izquierda y de derecha dependiendo de las circunstancias. No pretendo justificar nada ni a nadie, al contrario, las acciones de Correa son mucho más injustificables dadas las circunstancias bajo las cuales gobierna.

Cuando fui su alumno, Rafael Correa era conocido como un profesor controversial porque enseñaba teorías de izquierda en una universidad de derecha. Yo estaba escribiendo una monografía sobre la historia de la deuda externa del Ecuador. En una reunión de presentación de avances me dijo que faltaba una entrevista a Alberto Acosta. Ambos eran conocidos pero no amigos. Con esto, quiero decirte que Rafael Correa no es un farsante como dice Enrique Ayala, a quien admiro y respeto profundamente. Es un producto de las circunstancias en las que le ha tocado vivir, lo cual no justifica nada pero explica mucho.

¿Cómo podemos reducir la influencia de las circunstancias en la vida política del Ecuador? Yo no tengo una respuesta concreta pero estoy de acuerdo contigo, con Enrique Ayala y con Alberto Acosta en que debemos llamar a Asamblea Nacional Constituyente, nuevamente, ahora que hemos entendido a fuerza de abusos y errores la importancia de la institucionalidad del Estado y la división de sus poderes.

Un abrazo,

David